Un viaje, una emoción, unos objetos, unas costumbres (18)

Por Abel Farré

Atrapado en la ciudad que me vio nacer, cada una de las cosas con las que me voy encontrando me parecen banales. Cada uno de los espacios y objetos que me rodean no despiertan ninguna emoción en mi interior. Quiero volver a sentirme como un niño para volver a oler, tocar y sentir cada una de las cosas que me encuentro, quiero volver a sentir que el viaje de la vida está en cada uno de los objetos que nos rodean.

Quiero conocer cada uno de aquellos objetos característicos de cada uno de los países que visito, quiero vivir con ellos, quiero ver qué emociones me despiertan…

Vosotros desde vuestras casas podréis viajar a un mundo en donde existen diferentes costumbres pero que en el fondo llora, sufre, se alegra,… por unos mismos hechos que están presentes en nuestro día a día.

Permitiros soñar desde casa, pues si vosotros queréis, cada uno de los días de vuestra vida puede ser muy especial.

 

Título

Bolivia: La Paz y el Hormigón Armado

Objeto

Wiphala

Referencia del objeto con alguna sensación o sentimiento con el que me si sentí identificado en el momento de escribir la postal:

“Porque las vendas de los ojos se tiñan con los colores de la DIVERSIDAD; porque podemos estar unidos con la expresión diversa de las IDENTIDADES de los diferentes PUEBLOS”

Escrito

Creo que podría estar horas y horas hablando de la Paz, desde mi llegada allí por el Alto me vi deslumbrado por ese valle poblado de viviendas en donde se respiraba un aire de bondad mezclado con la combustión y el claxon que llegaba más allá de la medianoche.

Creo que podría hablar de mi querida Plaza Murillo, de la calle de las Brujas, de la Catedral de San Francisco, de los partidos de fútbol en Lalkacota, de esos miradores donde descansar la mente, de esas paradas por falta de oxígeno… pero creo que sinceramente lo que recordaré siempre, aunque aún no salga en las guías estipuladas por el capitalismo, será ese tour con el Hormigón Armado.

Por cosas de la vida, en uno de mis paseos me tropecé con la Fundación Arte y Culturas Bolivianas en donde me dieron la posibilidad de participar en un video para promocionar los tours turísticos que llevaban a cabo un grupo de lustrabotas de La Paz. Sí, esos lustrabotas que aún tenían que mantenerse con la cara tapada con esa tela espesa que sólo les dejaba ver unos ojos cargados de humanidad que parecían ser un recelo de cara a aquellos que los miraban desde arriba con ojos llenos de codicia. Sí, tenían que mantenerse ocultos en su profesión, para evitar el desprecio y el aislamiento de aquellos mismos que se sentaban diariamente frente a ellos para desempolvar y figurar una limpieza entera de ser. Sí, curiosamente aquel que usaba su servicio para aparentar un ser digno, le daba la espalda al mismo cuando se mostraba como tal.

Con ellos recorrí cada uno de aquellos sitios que, a pesar de formar parte de La Paz, parecían no servir como carta de presentación según otras agencias de turismo. Gracias a ellos conocí cada uno de los mercados; el de los helados, el de las flores, el de Uruguay, el de los sombreros… Con ellos conocí el mercado de la vida, ¡el mercado de la realidad! Todo ello a través de palabras sinceras y llenas de transparencia que salían de aquellos que sabían más que nadie sobre la vida en la calle.

Espero que con el paso del tiempo, las palabras de cada uno de ellos puedan salir nítidamente sin que las mismas no se vean amortiguadas por esa capa oscura creada por la sociedad, pues bajo cada uno de esos rostros existe la humanidad de alguien que palpita, siente y vive al igual que nosotros.

Doy las gracias a mi guía Vladimir por compartir su cultura, por sus ganas de conocer, por esas primeras palabras en Aymara, por hacerme volver a pensar sobre la realidad de los Derechos Humanos, por ser un luchador sin miedo a nada. Un luchador que tiene que ocultar su rostro no por esconder su realidad, sino por la ignorancia de aquel que también bajo una venda en los ojos no ve la realidad.

Saquémonos de una vez las vendas y los trapos unos a otros y mirémonos a los ojos, pues la realidad pasa por delante nuestro de igual manera para todos. Todos nacemos, morimos, reímos, lloramos,… y no hace falta que nos escondamos de nada.

*Doy las gracias a la Fundación, a la Universidad Católica y a Indira por ayudarme a recuperar las fotos.

 

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