¡Ohhhh!, me encanta, qué chulo, sí, sí, qué bien, papi, ¡qué buena idea ha tenido!, ¿no le gusta? Vaya cara tiene, debería ser yo la que estuviera así… ¡Oh, qué pedazo de pirueta, la pista de este año sí que mola, es más grande, se lo contaré a Beatriz y a la idiota de Paula, sí, “nos iremos de vacaciones de Navidad a París”, es imbécil, y el tonto de Juan cayéndole la baba… pedazo de… ¡oh, qué bonito!, ¿cómo puede hacer eso? Madre mía qué músculos… y no los alambres de Juan… ya no me gusta, no, para nada… ¡hala qué pirueta! ¿Y mamá? Buah, se habrá ido al baño, ¡huy qué asco de foco, casi me deja ciega! No pienso abrir la boca con ella… Bueno, después de todo no estaba tan mal el “Plan familiar” que me tenía organizado. Pero es tan cabezota, ¡sólo piensa en ella!
El número del malabarista estaba concluyendo entre aplausos entusiastas de la mitad del aforo, la otra mitad seguía mirando la pantalla del móvil, aunque la música invitaba a la evasión y al disfrute.
- ¿Adolfo? ¿Eres tú? Menos mal que me coges el móvil, te dejé veinte mensajes ayer y… ¡Y a mí qué me cuentas! No creo que tengas que darme esa excusa a estas alturas… En el circo, sí, claro, ¿con quién sino? Te dije que era un plan familiar, te lo dije, no, lo organicé yo… Por supuesto que debo pensar en ella aunque ¡he tenido una bronca esta mañana! quería que… Bueno, vale, te lo cuento cuando nos veamos… por cierto, ¿y cuándo va a ser eso? Te echo de menos, ¿sabes? La última vez fue fantástico… hmm… ¿que no sabes cuándo podrá ser? La próxima semana mi marido tiene vacaciones, buscaré un hueco para dejarle con la niña y … ¿Pero, bueno, y a mí qué? Déjala con el perro, con tu prima o con una vecina, ¡a mí qué me cuentas…!, ya bastante rara es nuestra relación como para que también tengamos que pensar en no dejar a tu madre sola en estos días… ¡Coño, me has cabreado! Venga, te tengo que colgar, ha terminado el malabarista ése del peto blanco. Una última cosa: me he puesto el vestido ajustado que tanto te gusta… ¿que no es apropiado para venir al circo? ¿Quién lo dice: la revista Vogue o la cursi de tu ex? Adolfo, Adolfo, no terminemos así, hombre… piensa algo para tu madre y llámame…
Por el hueco que desembocaba en la pista la oscuridad se hacía casi completa en espera de que el siguiente número comenzara. Las luces blancas se habían extinguido a la vez que el redoble de los tambores había cesado con el final del arriesgado espectáculo de la contorsionista. La mujer del traje ajustado intentaba estirarlo un poco más de forma imposible.
¡Qué cara más bonita!, y cómo ha crecido la condenada, trece años ya, trece… quién me lo iba a decir… le está gustando, sí, aún es una niña, mira sus ojos, como los de Almu, son dos gotas de agua, ya me lo decía mi hermana, de ti no ha sacado nada… da igual, mira, está embobada… Sí que tarda, seguro que no encuentra los baños, ¡es tan despistada!, casi se estropea todo… ¡qué carácter tiene, por Dios! ¡Lleva unos días, vaya bronca! Déjala mujer, déjala… El circo, sí todos los años al circo, diez años al circo, en Navidad, en plan familiar, llámalo como quieras, pero por poco no sale, qué voces, a ver si se calma con la sorpresa ¿dónde estará? Ella y su vejiga… estoy deseando ver su cara, ¡qué sorpresa se va a llevar! Uf, estoy nervioso, cómo un niño, ¡navidades blancas! Beneficios a base de sudor y horas nuestras, me dice, no te jode, maldito jefe lo que me ha hecho esperar, bueno, no me quejo, estoy bien, soy fijo, me han ascendido a jefe de taller, me dan el aguinaldo, jajaja, y tengo una esposa y una hija adorables… uf, qué dolor, ¡vaya pisotón! ¡Qué bien le sienta el vestido ajustado! Bueno, se acabó… el descanso… se me ha pasado volando…
El respiro que seguía a las piruetas y sorpresas vividas en la pista se imponía en ese momento sobre el variopinto público.
Ya veo que no me va a hablar, igualita que su padre, mírala, no, peor aún, igualita que su abuela, ¡que en el infierno esté! Cada día le soporto menos, qué asco de plan, por Dios, el circo ¡qué coñazo! diez años viniendo al circo, si lo llego a saber no tengo hijos… Tiene razón Adolfo, mira el de delante, se va a dislocar el cuello de tanto mirarme las piernas, ¡mira al payaso qué divertido es!, un poco ajustado sí me está, no, he engordado un poco, no me extraña, todo el día en casa, esperando… no sé qué… Porque sigue siendo igual de insulso y aburrido que siempre… por Dios, me quiero ir, de vacaciones, sí, a la montaña, hmm, vacaciones blancas… qué envidia, sola, no con Adolfo… Maldita niña, anda, a su padre sí le habla, claro, siempre soy yo la mala, la que le digo las cosas, la que no se calla, sí, debería ser menos sincera, eso es… ¡qué mala suerte que tengo, por Dios! Me lío con un divorciado, hijo único, que encima vive con su madre, ¡qué ojo! Pero es tan varonil… Bueno, qué empieza esto otra vez… Huy, me están dando ganas de orinar, claro, si al final no he ido al aseo…
No era fácil seguir la línea de luces hasta llegar a los aseos. El camino se hacía largo ante la necesidad, atrás comenzaba a sonar una música ruidosa y estruendosa que daría paso a dos figuras con trajes multicolor y nariz roja.
¡¿Pero a dónde irá otra vez!? Está muy mayor, no la soporto, mi padre, sí, él me comprende, pero está influenciado por ella, nunca me ha querido, estoy convencida, solo se quiere a sí misma… Hala, qué bien los trapecistas… ¡ madre mía!, sí voy a hacer una foto del más joven, Beatriz va a flipar. ¿Cómo, tampoco puedo hacer eso? Buah, ¡qué guapo es! Seguro que es ruso, huiría con él ahora mismo si me lo pidiera… ah, que se cae, pobre, qué susto he pasado, no, está preparado, ¿qué años tendrá? Veinte, no, menos, o más a lo mejor… Hala, otra vez dando la nota, mírala con ese vestido cinco tallas menos y a mí no me deja una simple minifalda, como se le ocurra dirigirme la palabra la tenemos otra vez… ¡uhhh qué guapo, tía, no me dejan mandarte una foto, pero no te preocupes que lo tengo grabado en mi memoria y te describiré con pelos y señales como es! Bueno, al menos me queda Beatriz y el móvil… a partir de la siguiente semana estaremos juntas ¡¡sin estos dos!! Por cierto, aún no se lo he dicho, la madre de Beatriz llamará esta tarde para contárselo. Jope, tengo casi catorce años…
Las caras de los niños admirados por lo que veían ante sus ojos, iluminaban un poco más las de los adultos que por momentos se sentían retroceder a su infancia o juventud. Pocas cosas habían cambiado a pesar de todo.
¿Cuándo se lo digo? No sé, la noto un poco rara, será la pelea de hoy, tiene un carácter, cómo sufre con estas cosas, bueno de hoy no pasa, verás Sandra qué contenta se va a poner, con lo que le gusta esquiar, y Almu ¿sabe esquiar? No sé, yo no, huy, no lo sé, está bien, de hoy no pasa, no, da igual, unas vacaciones blancas, la he oído pedirlas muchas veces, pues las vas a tener, princesa… Este número de trapecistas no es tan bueno como el del año pasado, no, no, no, mira Almu, seguro que piensa como yo… es más aburrido. Bueno, ya queda poco para acabar…
- ¿Os gusta esta pizzería? ¡Me la han recomendado! Lo mejor para mis princesas.
- Deja, hombre que aún no me he quitado la bufanda… qué frío hace aquí ¿no? Bueno, ya veremos, te recuerdo que estoy a dieta.
- Cómo siempre… ¡para lo que te sirve!
El camarero encontró una mesa con mantel de cuadros verdes y blancos dispuesta junto a la ventana principal. El sol permitía ver a trasluz las tres figuras que se esforzaban en pasar una jornada familiar. El ruido del salón apenas se imponía por encima del silencio de ellos tres.
¡Vacaciones blancas!, una mierda… qué hago aquí, qué frío, qué asco de vida y qué porquería de hotel… encima este traje me queda grande… voy a ver si me despeño por una de las pistas o mejor aún, voy a ver si me ligo a uno de esos guapísimos monitores que he visto…
¡Vacaciones blancas! Por fin el sueño hecho realidad, ya estamos aquí, superado el sofocón de Sandra y el cabreo de Almu (pobre, se lo tenía que haber contado antes), a disfrutar juntos… qué maravilla de paisaje, voy a terminar el tercer tomo de Más allá de la realidad, mientras esquían, ¡manos a la obra!
¡Vacaciones blancas…! Puaf… sin Beatriz, sin el móvil en todo el día y aguantando a esta panda de mocosos alrededor… ¡horror! me quiero morir, en cuanto volvamos a casa, me escapo seguro… ¡huy! ¿Dónde están, se han ido sin mí? Papá, papá, espérame…