Desolación Por Ana Riera

 

Unas manos negras, hechas de azufre y herrumbre,

se apropian del aroma de mi cuerpo,

del calor convertido prematuramente en hielo de mis vísceras.

 

A pesar del sol que adivino en la calle,

todo en torno a mí es oscuridad de plomo

que me obliga a mirar el suelo estéril.

 

5f2dd4c1Intento aferrarme a algo,

aunque sea una rama hueca y quebradiza de hiel,

pero nada hay ya para mí.

Una fuerza implacable me lo ha robado todo,

y aunque escuche el latido de mi corazón

sé que es solo un triste engaño

porque estoy seca por dentro.

 

Es el mío un vacío más hondo que la nada,

y sé que debería luchar por escapar

de estas manos negras hechas de azufre y herrumbre.

Pero he olvidado cómo y me someto ingrávida a su voluntad.