Un viaje, una emoción, unos objetos, unas costumbres (21)

Por Abel Farré

 

Atrapado en la ciudad que me vio nacer, cada una de las cosas con las que me voy encontrando me parecen banales. Cada uno de los espacios y objetos que me rodean no despiertan ninguna emoción en mi interior. Quiero volver a sentirme como un niño para volver a oler, tocar y sentir cada una de las cosas que me encuentro, quiero volver a sentir que el viaje de la vida está en cada uno de los objetos que nos rodean.

Quiero conocer cada uno de aquellos objetos característicos de cada uno de los países que visito, quiero vivir con ellos, quiero ver qué emociones me despiertan…

Vosotros desde vuestras casas podréis viajar a un mundo en donde existen diferentes costumbres pero que en el fondo llora, sufre, se alegra,… por unos mismos hechos que están presentes en nuestro día a día.

Permitiros soñar desde casa, pues si vosotros queréis, cada uno de los días de vuestra vida puede ser muy especial.

Título

Bolivia: Copacabana e Isla de Sol

Objeto

Umantuus (Pisciformes femeninos)

Referencia del objeto con alguna sensación o sentimiento con el que me si sentí identificado en el momento de escribir la postal:

“Como aquella figura que se encuentra en un CUERPO PARTIDO; NECESITAMOS CAMBIOS para seguir SINTIÉNDONOS VIVOS”

Escrito

Me pasé muchos días sin escribir, seguía con la intención de no vender letras, sino que sólo me permitía mostrar aquellos sentimientos y emociones que fluyeran a partir de las vivencias con el entorno que me tocaba vivir.

Curiosamente me había tocado vivir unos días frente a increíbles escenas oníricas transportadas a postales vivenciales, que se habían extendido desde el embarcadero de San Pedro de Tiquina a la indescriptible Isla de Sol; pasando por esas dialécticas allí arriba en la Horca del Inca de Copacabana, con viejas amistades con las que me había reencontrado después de unos meses y con las que había brindado nuevos años pasados junto a apellidos capitalistas que siempre recordaríamos bajo ese pool traído de Tennessee.

Pero la sangre parecía coagulada en mis venas o tal vez al estar tanto tiempo alterada por las emociones que había vivido durante estos últimos meses, la misma parecía permanecer en un estado continuo de euforia que cada vez me hacía más difícil el sentir aquellos cambios que pudieran convertir mis acciones en palabras con o sin sentido para la gente; pero que por lo menos a mí me ayudaran a revivir todo esto en un futuro a través de una piel sino más curtida, que se viera de nuevo estremecer.

Por otra parte está claro que tampoco eran momentos en los cuales tuviera que escribir para huir de algo; lo que en otras épocas de mi vida tal vez me hubiera ayudado a encontrar ese pequeño camino de luz quizá ficticio.

Así que me encontraba con una sensación extraña en la cual no me preguntaba nada sobre lo que pasaba frente a mí, curiosamente era como si al no tener nada en que pensar, el no tener nada por el que sufrir, el posiblemente estar en una situación placentera, me causara una fuerte inquietud. Aparecía nuevamente la necesidad de buscar un nuevo cambio que me hiciera poder sentir nuevas cosas, nuevas sensaciones; pues de la misma manera que la tristeza no era buena compañera, la continua euforia también parecía anular emociones que me servían para jugar con mis sentimientos.

Sentado frente al embarcadero me permitía escribir y buscar un nuevo camino, incluso me planteaba el hecho de regresar por un tiempo a mi tierra para sentir nuevos cambios por un tiempo y escoger nuevas destinaciones una vez el equilibrio se hubiera vuelto imposible por falta de inseguridad.

Parecía ilógico, pero cuando parecía alcanzar cierta claridad en cuanto a la posibilidad de alcanzar ese equilibrio tachado de imposible me venía a la búsqueda insaciable de la inestabilidad; tal vez podría parecer una lucha masoquista al son de mi propio ser, pero aun así seguiría pensando que el mismo sería producto de las ansias de vivir la vida a toda costa. Pues sin opuestos se marcaría una línea sin sentido en mi vida, que su recuerdo tras su vista en el futuro pasaría al olvido por la poca necesidad de recuerdo del mismo.

Eso sí, mientras seguiría pensando en la dificultad que supone ir a buscar leña para cocinar, buscar papayas a buen precio, aprender a pelar truchas, aprender a hacer macramé, aprender a cocinar platos de otras culturas, aprender a vivir de la vida, aprender a no tener que pensar…