El camino estrecho al norte profundo, de Richard Flanagan

Por Horacio Otheguy Riveira

Australia, jungla asiática, japoneses en la segunda guerra mundial en franca decadencia, sólo cuentan con miles de prisioneros exhaustos a los que mantienen vivos como esclavos que deben construir los raíles para un ferrocarril que quizás les lleve a una victoria militar, pero sobre todo les conducirá a servir con sumisión sadomasoquista a su dios, el emperador.

Con este material-base, una novela de aventuras con ráfagas de conmovedor intimismo para dar realce a la importancia de la memoria del amor en medio de situaciones de insoportable crueldad; paisajes inolvidables de solidaridad y amistad, de trascendentes miradas al interior de seres humanos en situaciones límite. Y la eterna posibilidad de hallar rastros de esperanza, polvo de estrellas antes de que Caronte impulse su barca para iniciar el inevitable último tramo.

El camino estrecho al norte profundo, del australiano Richard Flanagan (Literatura Random House,2016), transcurre en una jungla donde los japoneses intentan construir un tren con prisioneros australianos tratados con extrema dureza. Esta situación, ya tratada en muchas obras literarias y cinematográficas, tiene en estas páginas un recorrido emocionante a través de la personalidad de un médico, Rodrigo Evans, cuyas experiencias y pensamientos están siempre medidos con exquisita minuciosidad en una serie de capítulos en los que también destacan las circunstancias y características de otros personajes, incluidos coreanos y nipones. Huye siempre del maniqueísmo, y la grandeza de sus situaciones se logra tanto en personajes complejos como en otros más lineales, pero no por ello carentes de vigor.

 

Algunas citas:

 

En un primer momento se había negado a creer lo que ella parecía sentir por él. Más tarde lo achacó a la lujuria y por fin, cuando ya no podía seguir negándolo, no salía de su asombro ante la pureza animal, la fuerza y la ferocidad de ese sentimiento. Y si bien esa energía vital parecía a veces demasiado grande e inexplicable para un hombre que se tenía en tan baja estima, también era abrumadora, por lo que se rindió a ella.

El deseo los consumía sin piedad y se volvieron imprudentes. Aprovechaban la menor oportunidad para hacer el amor, al amparo de sombras e instantes que podían acabar de forma abrupta si alguien los sorprendía… (p.157).

 

Dorrigo entiende que el cristianismo convierte el sufrimiento en virtud. Había debatido con el padre Bob en torno a esta cuestión. Espera que Cristo esté en lo cierto. Pero no está de acuerdo con él. Dorrigo Evans es médico. El sufrimiento es sufrimiento y punto. El sufrimiento no es una virtud, ni fomenta la virtud. El padre Bob murió entre alaridos, aterrado, sumido en el dolor, en la desesperanza. Lo cuidó un hombre que, según se decía, había trabajado antes de la guerra como matón a sueldo para una banda criminal. La virtud es la virtud y, al igual que el sufrimiento, es inexplicable, irreducible, ininteligible. La noche que el padre Bob murió, Dorrigo Evans soñó que estaba en una fosa con Dios, que ambos se habían quedado calvos y se peleaban por una peluca. (p.208)

 

En el fondo todos sabían que el emperador nunca sería ahorcado y que ellos en cambio sí lo serían. Tal como habían pegado, torturado y matado en nombre del emperador, también morirían ahorcados en nombre del emperador. Sus muertes en nada se distinguirían de las de aquellos que sí aceptaban su responsabilidad, o de quienes negaban haber cometido crimen alguno. Cuando la trampilla se abría bajo sus pies, uno tras otro se agitaban de forma idéntica mientras sus piernas se sacudían de forma idéntica, sus esfínteres se vaciaban de forma idéntica y sus penes súbitamente erectos arrojaban orina y semen de forma idéntica. (p.323)

 

Richard Flanagan, Tasmania, Australia, 1961, es autor de seis novelas que han recibido numerosos premios y se han publicado en cuarenta y dos países. En castellano se han publicado El camino estrecho al norte profundo, 2016, y El libro de los peces de William Gould (Un libro en doce peces), 2017.