Periodismo literario de gran calidad en “Noviembre”, de Jorge Galán

Por Horacio Otheguy Riveira

 

Un noviembre de hace 28 años seis jesuitas –cinco de ellos españoles– y dos mujeres fueron asesinados en El Salvador a manos de un grupo de militares dirigidos por las más altas instancias. Tiempo atrás había sido “ejecutado” Monseñor Romero, a quien se le disparó mientras oficiaba una misa. Todos tenían en común el haber criticado la salvaje represión sobre la población civil en la lucha contra la guerrilla, por parte del gobierno y de grupos parapoliciales.

El escritor Jorge Galán ha recabado información entrevistando a los supervivientes de aquella matanza y a personalidades cercanas. Su prosa siempre elegante, con espléndido castellano y pleno dominio narrativo nos lleva a acontecimientos inquietantes y dolorosos desvelando siniestras tramas de colaboración estadounidense, a través de la embajada y acción directa del FBI, anulando la declaración pública de la único testigo del crimen de los jesuitas, y muchos otros detalles que, tras largos años de lucha de los sacerdotes lograron llevar a juicio a la cúpula militar, aunque nunca fueron condenados los máximos responsables.

Este fenómeno sociopolítico generó largos conflictos en muchos países de Hispanoamérica, en modo de guerras civiles declaradas e implícitas. En general, luego se fue enquistando, recuperando situaciones democráticas sólo en apariencia; un sistema implacable basado en el acoso y derribo de la población civil como excusa para acrecentar el poder totalitario de militares y banqueros bajo el disfraz de una democracia. Esto se ha ido generalizando en el mundo entero, a partir del fin de la URSS, como si la caída de aquella amenaza comunista, madre de grandes movimientos sindicales internacionales, permitiera un vale todo para un capitalismo salvaje que se enarboló desde la presidencia de Margaret Thatcher en su lucha contra el IRA condenando inocentes a muchos años de cárcel. Cuando se supo la verdad, gracias al tesón de una abogada, se llevaron a policías a los tribunales, y los detenidos quedaron en libertad. Aunque los responsables fueron encubiertos.

En El Salvador (aproximadamente 6.500.000 habitantes), las extremas desigualdades propias de toda Centroamérica y gran parte del subcontinente —menos en Cuba, ese régimen tan denigrado—, fueron el origen de esta barbarie. El escritor Jorge Galán se sumerge en muchos de los vericuetos desvelando la participación económica y decididamente político-militar de Estados Unidos e instituciones intocables del propio país. El resultado es un libro que se lee con mucho interés, que provoca escalofríos a través de emociones muy controladas, para que el horror de matanzas e intrigas palaciegas con siniestra hipocresía no dejen por los suelos al lector, sino por el contrario le permitan solidarizarse con la serenidad de una verdad sin vueltas sospechosas.

Los jesuitas españoles derribados no impidieron que los sacerdotes supervivientes, con muy pocas, pero suficientes, ayudas siguieran adelante, contra todo pronóstico y sin siquiera la aprobación pública de El Vaticano, entonces con el papa Juan Pablo II, el célebre Wojtyla que les dio palmadas en los hombros pero no comprometió a una Iglesia que, como tal, en el propio El Salvador miró para otro lado. Aun así se consiguió un juicio después de muchos años.

— En este país —cuenta el Padre Tojeira— los militares siempre habían actuado con total impunidad. Pasó así con las masacres del Mozote y el Sumpul, es incluso con la más grande de todas, cuando mataron a 25.000 campesinos en el 32.

— La época de Martínez.

— Sí, el dictador Martínez. Nunca hubo un juicio. Nunca hubo nada. Ni un solo culpable. El ejército no se ha podido tocar y nosotros queríamos tocarlo.

— ¿Y en ese momento [el caso de los jesuitas asesinados] la versión del ejército era negarlo todo?

— Negarlo todo. Negarlo concienzudamente todo e inculpar a la guerrilla. Así que debíamos luchar contra el momento presente y contra la historia. Pero no teníamos miedo. Estábamos convencidos de que debíamos intentar llevar a la justicia a los asesinos.

— Vaya convicción.

— Era lo menos que podíamos hacer.

— No debió ser nada fácil.

— Fueron años difíciles, donde después del terror vivimos muchas situaciones sombrías, como cuando estás bajo una nube de tormenta.

Página a página se desglosan los acontecimientos con poder de síntesis y gran precisión periodística, y dominio del arte de novelar para mejor comprender hechos en muchos aspectos “casi” inverosímiles, narrados como un cuento que hace posible que en la amarga realidad surja con fuerza la solidaridad de hombres valientes.