Un viaje, una emoción, unos objetos, unas costumbres (37)

Por Abel Farré

Atrapado en la ciudad que me vio nacer, cada una de las cosas con las que me voy encontrando me parecen banales. Cada uno de los espacios y objetos que me rodean no despiertan ninguna emoción en mi interior. Quiero volver a sentirme como un niño para volver a oler, tocar y sentir cada una de las cosas que me encuentro, quiero volver a sentir que el viaje de la vida está en cada uno de los objetos que nos rodean.

Quiero conocer cada uno de aquellos objetos característicos de cada uno de los países que visito, quiero vivir con ellos, quiero ver qué emociones me despiertan…

Vosotros desde vuestras casas podréis viajar a un mundo en donde existen diferentes costumbres pero que en el fondo llora, sufre, se alegra,… por unos mismos hechos que están presentes en nuestro día a día.

Permitiros soñar desde casa, pues si vosotros queréis, cada uno de los días de vuestra vida puede ser muy especial.

 

Título

Entre ríos y lagos. De Valdivia a Osorno

Objeto

Piñón Araucano

Referencia del objeto con alguna sensación o sentimiento con el que me si sentí identificado en el momento de escribir la postal:

“Pues llega el día en que nos damos cuenta de que hay que dar VALOR a todo, cosas GRANDES y PEQUEÑAS; porque cada una de las cosas es importante por algo en esta VIDA”

Escrito

Después de unos días cargados de actividades deportivas en lugares donde el idioma oficial parecía estar lejos del país de residencia en el que me encontraba, sentí la necesidad de intentar integrarme con la gente autóctona y para ello me desplacé a aquellas capitales de región que posiblemente no gocen de tanto reclamo turístico por sí solas, pero que en cambio ofrecen la posibilidad, no tan sólo de sentir más como vive la gente, sino que te permiten trasladarte a tu día a día a muchos kilómetros de Barcelona.

Así que de repente me vi por ejemplo “paseando” por un supermercado, con la única razón de ir comparando el tipo de productos que se ofrecían en cada uno de los lineales del mismo. Como si fuese un estudioso del merchandising, me veía analizando la forma de colocar los productos, la forma de presentar las ofertas, la manera en que estaban distribuidas las diferentes secciones, que tipos de productos adquiría la gente, etc., fue uno de esos momentos en que te preguntas – ¿Por qué llenamos nuestra cámara de fotos de paisajes bucólicos revendidos por la oficina de turismo de la esquina y en cambio cuando vemos que la bollería comparte lineal con los productos de la limpieza lo pasamos por alto? Pues la verdad es que no lo tengo muy claro. Así que con la intención de innovar saqué mi cámara, pero sinceramente no hice mucho más; según parece después de estar más de dos horas en el supermercado mi sombra se había unido a la del agente de seguridad del establecimiento… pues, nada, una sonrisa y a seguir paseando.

La verdad es que repetí este ejercicio con varios establecimientos, hasta que llegó un momento en que me dije – “No hace falta Abel” – Así que me dirigí al Hostel y como un niño me pasé buena parte de la tarde escribiendo con eso que llaman Facebook; momento en que ahora me decís: no tienes que conectarte, ya que así no disfrutas tanto del viaje… ¡Tonterías! ¡Qué mejor, aunque sea por unos momentos, que poder disfrutar de la gente que quieres y que ahora se encuentran lejos de ti!

Así que como veis, han sido unos días cotidianos, pero ello no significa que hayan sido poco interesantes, todo depende de ti mismo y del valor que le des a los cosas. Pues no se vende todo lo que valoramos ni todo lo que nos venden tiene valor, si no daros una vuelta por el supermercado.

Bueno, os dejo que tengo una cosa muy importante que hacer ahora, voy a escribir una postal por no sentirme mal por haber utilizado el Facebook, bueno y en realidad por muchas otras cosas más…

Buenos días María Teresa, …