Ninotchka (1939) Por Luigi De Angelis

Ninotchka

 

En los años 30, Hollywood produjo comedias románticas esplendorosas gracias a directores visionarios, guiones inteligentes y estrellas que evidenciaban química de aquella que echa chispas. Ninotchka, un esfuerzo un tanto infravalorado del gran maestro de la comedia fina Ernst Lubitsch, es un magnífico ejemplo de todo lo que Hollywood hizo bien durante aquellos maravillosos años.

La película es una sátira del comunismo envuelta en el ropaje de una suntuosa, cándida y coqueta comedia romántica. El guión es ingenioso y recurre al slapstick, a la comedia costumbrista y a fórmulas tan efectivas y eternas como “la pareja dispareja” y “el pez fuera del agua”. Todo es manejado con delicadeza en esta obra, que no por ello deja de ser fiel a la crítica que pretende realizar de un tema relevante en su época, ni trata a sus personajes como meros hilos conductores de la trama.

El éxito de los personajes radica en el elenco. Los secundarios brindan un soporte admirable mientras Melvyn Douglas, como el galán capitalista, brilla en una parte que demanda de él utilizar todo su  humor y encanto natural. Sin embargo, como ocurría siempre en sus películas, la más notable estrella del show es Greta Garbo, quien, en el papel de una seria comisaria rusa que poco a poco se rinde ante el esplendor de París, logra transmitir con gracia y modos de elegante comediante, ese punto en el que la mujer se debate entre el rigor de sus ideales y la dulzura de sus placeres más anhelados. Es una actuación realmente conmovedora en una película que se ve y admira con una merecida sensación de nostalgia.

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