The Realistic Joneses: cuando las vidas se cruzan Por Luigi De Angelis

 

 

BOB: I’m just sitting here.

PONY: Nobody’s ever just sitting here. That’s one thing I know.

BOB: Since you don’t need anything, I guess I’ll go in.

PONY: No, stay. I like your voice. But don’t touch me or say anything. (1)

 

Escena 6

The Realistic Joneses, de Will Eno

 

The Realistic Joneses 2

El Lyceum Theatre, ubicado en la calle 45 en Broadway, es un espacio pequeño, acogedor y bonito. Sin duda, es el ambiente ideal para disfrutar de The Realistic Joneses, una obra sobre pequeños descubrimientos en torno a grandes temas. Will Eno, su autor, ha construido, a través de diálogos hilarantes e ingeniosos, un delicado retablo costumbrista que refleja con sentido del humor el encuentro de dos parejas casadas que comparten el mismo apellido: Jones.

 El elenco está integrado por actores de un elevado nivel, todos reconocidos en diversos medios (cine, televisión y teatro) como verdaderos profesionales en su oficio. Toni Collette, Marisa Tomei, Tracy Letts y Michael C. Hall demuestran plenamente sobre las tablas que su fama no es en vano; los cuatro dan vida y brillo a las palabras de Eno, transmitiendo con humor y ternura las incertidumbres de estos cuarentones “clasemedieros”, personajes con los cuales cualquiera de nosotros podría sentirse identificado.

 The Realistic Joneses 1

Como la acción transcurre en un pueblo estadounidense indeterminado, la ambientación no requiere de mayores elementos. Se trata de una obra en la que la astucia de las palabras y el talento de los actores son los que involucran a la audiencia. Dicho esto, el escenario se presenta deliberadamente lacónico para dar paso a un libreto decididamente elocuente. Los personajes tienen vida y están dotados de realismo, mientras los actores cuentan con el carisma y el dominio escénico suficientes para generar una importante conexión con quien los observa en escena; dicho de otro modo, estamos ante  situaciones y personajes que nos resultan cercanos y vívidos. Después de todo, ¿quién no ha bebido una copa de vino o un vaso de té en el patio de su casa?, ¿quién no ha dialogado de “esto” o “aquello” con sus vecinos?

 El señorío de cuatro grandes actores

Bob (Tracy Letts) y Jennifer (Toni Colette) Jones son una pareja que, desde la primera escena, demuestra estar agotada. Bob tiene una enfermedad degenerativa y Jennifer es su único apoyo; él no presta el más mínimo interés a su propio problema de salud, mientras ella hace todo lo posible por averiguar la mayor cantidad de detalles al respecto. Sus nuevos vecinos son John (Michael C. Hall) y Pony (Marisa Tomei) Jones, una pareja más alegre y positiva; él siempre irrumpe con un humor tonto y fuera de lugar, ella es dulce y sexy en una forma cándida. Las parejas interactúan y poco a poco se va develando que entre ellas hay semejanzas que trascienden de la casualidad de su común apellido. ¡Ah, el destino y sus bromas cósmicas!

 Toni Collette, en la piel de Jennifer, confiere esa sensación de credibilidad a la que ya nos tiene acostumbrados. Como una mujer que ha dejado a un lado su propia vida para preocuparse por la de otro, Collette personifica de forma eficiente el cansancio y la desazón, así como los destellos de esperanza en los que la obra permite avizorar, aunque sea a ratos, a una Jennifer más vulnerable y tierna. Tracy Letts, dando vida a Bob, se consolida como un verdadero señor de las tablas. Con talento, modula la abrasividad y amargura de su personaje, volviéndolo cómico sin ser caricaturesco. El trabajo de Letts es real y su Bob es inmensamente humano gracias a su sutileza y a su dominio de la escena.

 Marisa Tomei, una intérprete que usualmente se apropia de sus personajes (cómo imaginar a Mona Lisa Vito o a Cassidy sin Tomei), vuelve a hacer de las suyas como Pony Jones. Es difícil pensar en otra actriz capaz de ser Pony, una mujer cándida y segura, dulce y sensual, todo al mismo tiempo. Tomei recita sus líneas con energía y frescura, su Pony es una presencia vital y divertida. Por su parte, Michael C. Hall es también excelente como John. Su papel es básicamente el de un hombre que utiliza su particular sentido del humor como mecanismo de defensa y como medio para tratar de comprender su realidad. Hall muestra una incomparable habilidad para jugar con el sentido del humor de su personaje, provocando que sus revelaciones sean incluso más conmovedoras.

 Modestia es la palabra clave en The Realistic Joneses. Aquí no hay el tipo de ruidoso y colorido espectáculo generalmente asociado a las luces de los grandes carteles de Times Square. Lo que sí hay en esta obra es compasión, humanidad y personajes tan reales como uno. Para quien aprecia esta variedad de teatro, el resultado no será en absoluto decepcionante, pues el libreto y los actores están a tono con la inteligencia y energía de la producción, la misma que se mantiene entretenida e interesante de principio a fin. En lo personal, la escena final, articulada con apabullante sencillez, me parece un toque de genialidad que cierra la función de manera redonda.

Un toque de atención

 Finalmente, acompaño mi apreciación de esta obra con una anécdota. Así, sucede que con el deseo de obtener un autógrafo de tan destacado elenco, esperé en la entrada principal del Lyceum, soportando un frío más o menos intenso que me obligaba a cerrar las manos y me hacía temblar. Luego de un buen rato quedamos solamente dos personas, un neoyorquino cuarentón amante del teatro y yo.

20420679.jpg-r_640_600-b_1_D6D6D6-f_jpg-q_x-xxyxx “Hola, ¿también los estás esperando?”, preguntó él en inglés. Yo respondí: “Claro, es Marisa Tomei, ¡por Dios!”. Él me miró con simpatía y me dijo: “Yo estoy esperando a Michael C. Hall…”. El hombre se detuvo, de repente tomó conciencia de que estaba siendo extremadamente amable con un completo extraño, pero al parecer le inspiré ese deseo, así que continuó: “… estoy esperando a Michael C. Hall porque quiero decirle cuán motivador ha sido para mí. Cuando él ganó el Globo de Oro [por la serie de televisión, Dexter] yo estaba muriendo de cáncer en un hospital y al verlo por la televisión recuperé el deseo de vencer a la enfermedad y ahora me ves aquí, estoy vivo”. Yo me quedé hecho piedra, pues se notaba que el hombre estaba realmente abriendo su corazón, ahí, en plena calle, ante mí, un tanto incómodo y sorprendido por lo que estaba sucediendo.

 El Lyceum Theatre tiene una puerta de salida especial para los actores, así que las estrellas ya se habían ido y yo me quedé con las ganas de mis autógrafos. Sin embargo, esa noche un extraño me contó su historia con enorme generosidad y eso es algo que vale mucho más. Su “… ahora me ves aquí, estoy vivo” se ha quedado en mi memoria como una frase especial y mi encuentro con esta persona que quizás no voy a volver a ver jamás es, sin duda alguna, de aquellas cosas que pasan sólo en el teatro… en vidas que se cruzan tal cual como en The Realistic Joneses.

 

Asistí a este espectáculo el 8 de mayo de 2014.

(1)

BOB: Estoy sólo aquí sentado.

 

PONY: Nadie está “sólo aquí sentado”, eso sí que lo sé.

 

BOB: Bueno, como no necesitas nada, creo que me voy.

 

PONY: No, quédate. Me gusta tu voz, pero no me toques ni digas nada.

 

 

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